“La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas.” Eckhart Tolle
Quiero referirme a los aspectos positivos de la quietud. El concepto se emplea como sinónimo de calma, tranquilidad, paz, serenidad, sosiego, equilibrio y placidez; pareciera que quedarse quieto es el camino para alcanzar estos valores.
Quedarse en reposo es también un momento privilegiado para intentar apagar el ruido exterior y volvernos observadores de nosotros mismos; es el inicio de un camino que nos lleva a grandes hallazgos. Al detener a propósito las actividades cotidianas y meditar, empiezan a ocurrir momentos en los que “nos damos cuenta”. Pueden ser cosas sencillas al principio. Al volver esto una práctica, nos encontraremos sintiendo más descansados, con una capacidad mayor de concentración, con menores niveles de ansiedad y hasta con mayor cantidad de “sinapsis” en nuestro cerebro, como lo han reseñado algunas publicaciones científicas.
Del mismo modo, las funciones mentales superiores de pensamiento, memoria, juicio y decisión, se ven mejoradas a través de la atención plena y reflexiva. La invitación es a hacer frecuentes los espacios de quietud en nuestra vida.