“La peor decisión es la indecisión”. Benjamín Franklin
Además del significado común de la palabra como algo extremo, intenso o desmedido, quiero resaltar la trampa del pensamiento que resulta el padecer de ideas, imágenes o impulsos, que se meten de forma intrusiva a la mente y que aunque la persona sabe que son absurdos, no se los puede sacar fácilmente de la cabeza; es como que se le quedaran fijados.
Por definición, el tipo de pensamientos que atormentan a las personas que sufren de ésta condición, son en contra del sistema de creencias del individuo; en otras palabras, él las evalúa como malas o incorrectas. El hecho de que le sucedan y que no se pueda soltar de ellas a voluntad, le hacen cuestionarse si es que en realidad sí quiere pensar así o hacer lo que teme, obligándolo luego a devolverse sobre sus pensamientos o acciones para estar totalmente seguro de que no lo desea; es como si lo invadiera la sensación de que si no hace nada al respecto, es porque anhela que ocurra aquello que está ansiando prevenir. El núcleo del círculo vicioso que se crea en consecuencia, es un sentido de responsabilidad absoluta.
Al menos inicialmente, la persona intenta resistir la presencia de dichas ideas, imágenes o impulsos. Sin embargo, su presentación repetitiva, genera una gran incomodidad y una necesidad imperativa de hacer algo al respecto, como medio para poder librarse del malestar que producen o para estar seguro de que no va a ocurrir lo que teme; es a éste sentido de urgencia a lo que se denomina compulsión. El término obsesivo-compulsivo es así, la expresión de éste fenómeno.
Los pensamientos obsesivos-compulsivos pueden ser parte de la experiencia normal de muchas personas, pero algunos, los tienen en tal grado de intensidad y frecuencia, que quedan atrapados en un mar de dudas.