“Los ideales que han iluminado mi camino, y que una y otra vez me han infundido valor para enfrentarme a la vida con buen ánimo, han sido la Bondad, la Belleza y la Verdad”.Albert Einstein
“Cuando las cosas no van bien, nada como cerrar los ojos y evocar intensamente una cosa bella”.André Maurois
“La belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla”.David Hume
La mayoría de las aproximaciones hacia el estudio de la belleza establecen su carácter subjetivo; aquello que consideramos bello depende de las experiencias e ideas de cada individuo en particular, “del ojo del observador” en términos coloquiales. Por lo tanto, puede cambiar con los años y variar entre distintas culturas. La belleza también es un concepto muy ligado al afecto; si queremos a alguien tendemos a percibirla como más bella y al revés, vemos feas a las personas que nos caen mal.
No obstante, existe el canon de belleza, que se refiere a una idea generalizada, que responde a los principios de lo que cada cultura define como “normal”; las características que la sociedad considera como atractivas, deseables y bonitas.
Uno de los cánones de belleza más extendido es la armonía. Tendemos a creer que la armonía y las proporciones adecuadas son deseables. En la apreciación de la apariencia física, la belleza es un sesgo favorable; “a las personas que se les considera atractivas se les atribuye que son más confiables y buenas personas que las que no se perciben atractivas”.
Hoy sabemos que en nuestra mente suceden muchas cosas cuando estamos ante algo bello, ya sea una persona, un aspecto de la naturaleza o una obra de arte; se produce una actividad neuronal compleja, distribuida en el cerebro y no en una región específica, y que está relacionada con los circuitos de recompensa. Por otro lado, cuando apreciamos algo poco estético, se activa un área particular, la amígdala, de modo semejante a cuando hay señales de alerta y miedo.
La búsqueda de la belleza es una motivación muy fuerte que llega incluso a transformar a las personas; ya Maslow la ubicaba entre los supra valores del Ser, propios de las personas autorrealizadas. Procurar rodearnos de belleza es otra clave del bienestar emocional. Como nos dijo Gustavo Adolfo Bécquer: “El espectáculo de lo bello, en cualquier forma que se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones”.